18 Jun 2025

Hay presencias que no hacen ruido, pero lo cambian todo. El padre que está. Que mira con ternura. Que sostiene desde el silencio. Que acompaña con el alma.

Muchos crecimos con padres que hicieron lo que pudieron con las herramientas que tenían. A veces no hubo palabras, ni caricias, ni espacios seguros. No porque no nos amaran, sino porque nadie les enseñó cómo expresar ese amor. Les faltaron modelos, apoyo, consciencia… y también tiempo para mirar hacia adentro.

Hoy, como adultos, tenemos la oportunidad —y la responsabilidad amorosa— de preguntarnos: ¿Qué tipo de presencia quiero ser en la vida de mis hijos?

El “yo te cuido” que verdaderamente deja huella no siempre se dice con palabras. A veces es una mirada que valida. Otras veces, es un silencio que contiene sin juzgar. Es ese “aquí estoy” constante que le dice al niño: eres importante para mí, incluso cuando no sé qué hacer.

No se trata de ser el padre perfecto.
Se trata de estar, de aprender, de reparar.
De elegir conscientemente cada día la forma en la que queremos acompañar.

Si estás leyendo esto, tal vez ya diste el primer paso: el de mirar hacia dentro, con honestidad y sin culpas.
Y eso también es amor.
Porque sanar nuestra historia es el mejor regalo que podemos darle a la próxima generación.


¿Te gustaría profundizar más?

En mi libro Niños de Concreto comparto herramientas y reflexiones para ayudarte a entender cómo tu infancia ha moldeado tu forma de vincularte y cómo puedes construir, desde hoy, una forma más sana y consciente de acompañar a tus hijos.

Puedes conseguirlo aquí:

Translate
Facebook
Facebook
YouTube
YouTube
Instagram
Tiktok
Copiar Enlace
¡La URL se ha copiado correctamente!
Copy link